
Confesiones de un instante.
Hay algo que tengo que aprender…
quizás que tú y yo no somos tan distintos,
quizás que tú y yo no estamos tan separados,
nos une un mar de células inmensamente desconocidas.
Desconocidas, desconocidas…
un mar de incertidumbre y desasosiego.
¿Seguro?
¡Yo me lanzo a ese mar inmenso,
inmensamente desconocido
y me descubro en esa inmensidad!
Hay algo que tengo que recordar…
quizás que tú y yo no somos tan distintos,
quizás que tú y yo no estamos tan separados,
vinimos al mundo con Voluntad propia
para transformarlo
como tantos
que nos precedieron.
Ahora admiro a todas las antiguas generaciones,
a mis padres y a los tuyos,
a mis abuelos y a los tuyos,
a mis bisabuelos y a los tuyos,
a esa humanidad del pasado
que lucharon e hicieron posible
que tú y yo nos estemos mirando.
Ahora somos nosotros
los que tenemos que ponernos al límite
de nuestras carencias y fragilidades,
de nuestras potencias y fortalezas.
Creo en ti y creo en mí
como presentes
de una humanidad venidera.
Ahora hay algo que tenemos que aprender…
mirarnos a los ojos
y
ver
esa inmensidad de luz propia
que nace en nuestras pupilas
y nos recuerda…
que hay algo que tenemos que aprender…
que tú y yo estamos unidos
por una fuerza desconocida
llena de BELLEZA, ILUSIÓN y ESPERANZA
de un mundo que evoluciona
hacia
una realidad superior de sí misma.
Ahora quiero aprender que…
el AMOR es la única vía que me une a ti.
Texto Sylvia Sánchez Richter